La divulgación del PIB de una país es importante por dos principales razones: conocer la salud de la economía y tener información para la toma de decisiones.

El PIB define como la suma de los valores de mercado de todos los servicios y bienes finales producidos por los residentes de un país en un periodo específico.

La divulgación del Producto Interno Bruto (PIB) de una país es importante por dos principales razones: conocer la salud de la economía y tener información para la toma de decisiones económicas y políticas.

Primero, ¿qué es el PIB? Se define como la suma de los valores de mercado de todos los servicios y bienes finales producidos por los residentes de un país en un periodo específico.

De manera general, el PIB se compone de la suma del consumo de las familias, las inversiones de las empresas, la variación de inventarios, el gasto del gobierno y el saldo de las relaciones comerciales.

Así, el Producto Interno Bruto es un indicador de la salud de la economía en su conjunto; la producción de la misma y el comportamiento de los agentes que en ella participan.

Pero el PIB se da a conocer, por lo menos en México, casi dos meses después de que terminó el periodo en cuestión, por lo que es necesaria otra forma para la toma de decisiones económicas y políticas. Es por ello que se hacen pronósticos de crecimiento.

Con un trabajo estadístico y econométrico, tanto entes gubernamentales como privados realizan estimaciones sobre el comportamiento futuro de la economía con base en el comportamiento reciente, información disponible sobre la coyuntura y previsiones de sucesos en el corto y mediano plazo.

Estas estimaciones sirven como una guía para la toma de decisiones.

Como dice Pedro Alonso en su columna de hoy: “Los pronósticos no son un tema de precisión; sería absurdo elaborarlos pensando en que tienen que cumplirse con precisión. Quien así los hace y lo piensa, no entiende para qué sirven. Suelo decir que el análisis de la economía, los mercados y de muchas otras cosas, sirve para tratar de construir un sistema de señales, no de instrucciones”.

De esta manera, los pronósticos dan a las empresas una idea de si es momento de invertir o no; a las familias de si es momento de gastar o no; y al gobierno de qué tipo de políticas económica, fiscal y monetaria necesita implementar.

Por ello, conforme avanza el año y se conoce información oficial sobre el desempeño de la economía, es necesario corregir los pronósticos. No porque los anteriores no sean válidos, sino porque la nueva información ofrece más datos que permitirán tomar mejores decisiones y cambiar lo que se tenga que cambiar.

La mayoría de esta información se conoce de manera mensual, con indicadores que permiten anticipar el comportamiento del PIB. Por ejemplo, la confianza del consumidor, el desempleo y las ventas al por menor permiten anticipar el consumo de los hogares; la inversión fija bruta, el gasto de las empresas; los reportes de finanzas públicas, el gasto del gobierno; y la balanza comercial, el comportamiento con el exterior.

Algunos agentes económicos, particularmente el sector privado, actualizan de manera continua sus pronósticos con base en los datos mensules. Mientras que otros, como entes públicos, prefieren hacerlo de manera trimestral, cuando se conoce el dato del PIB.

Por ejemplo, la estimación de la Secretaría de Hacienda es de particular interés para el gobierno pues definen de cierta forma no sólo la planeación de su gasto, sino su financiamiento.

Recordemos que con el Presupuesto se presentan también los Criterios Generales de Política Económica, donde se hace una estimación inicial del crecimiento de la economía y que se toma como base para definir un aspecto importante de sus ingresos: su capacidad de endeudamiento.

Finalmente, como indicador de la salud de la economía, el PIB permite hacer una evaluación objetiva de los resultados de las decisiones tomadas en el pasado. Esta evaluación es vital para la planeación futura.