Policías, el cáncer
Una agencia de publicidad de las más caras, presentó hace meses su propuesta de campaña publicitaria en apoyo a la integración de la nueva Policía estatal.
Sus anuncios para la televisión incluían jóvenes guapos de mirada luminosa, niños echando porras a los policías y un culto a los héroes que iban a surgir de entre la comunidad.
Ya se gastaron 53 millones de pesos en esos anuncios. Y la respuesta ha sido raquítica en el estado. No llegan los jóvenes prometedores, llegan los desempleados atraídos por el sueldo de 18 mil pesos que, en tiempos de crisis, resulta de fábula.
Las empresas más importantes les facilitaron a los reclutadores las listas de aspirantes que les han presentado solicitudes de trabajo. Una de las cámaras les entregó dos mil nombres de posibles interesados.
La respuesta fue el dos por ciento de aceptación. Hubo que salir a reclutar a estados más urgidos de empleo.
Mientras, cada mes aparece la noticia de corporaciones municipales enteras entregadas al narco. Actuando como cómplices, ejecutores y mandaderos del crimen organizado.
Una y otra vez se ha sugerido que se disuelvan las peores corporaciones. Que no se esperen a que los criminales las destruyan.
Los sueños para una Policía de élite tienen sentido a partir de una situación normal. En medio de la debacle de policías mediatizados, asesinados, secuestrados o secuestradores, es error suicida.