Se discute a nivel nacional y con tintes de escándalo la deuda que Humberto Moreira acumuló en el gobierno de Coahuila.

Por su magnitud, por las irregularidades, por hipotecar el futuro de la entidad.

Detrás de la ofensiva contra el ahora dirigente nacional del PRI está, por supuesto, un gobierno faccioso y empeñado en retener Los Pinos precisamente con el secretario de Hacienda como candidato.
Pero los cargos son ciertos y el daño a Coahuila es evidente, al margen de partidismos y de intereses electorales.
Es tan gravosa que tiene atrapado al actual Gobierno del Estado, con el gasto corriente frenado, con compromisos de pagos que superan su capacidad, con las fuentes normales de ingresos hipotecadas en garantía de lo debido.
Con el silencio del gobernador actual, con la administración mascando el freno, se elude revisar las cuentas de González Parás, llamarlo a cuentas por los excesos y despilfarros.
Hay casos tan graves como el de la Torre Administrativa, con sobrecostos, engaños a la comunidad, documentos falsificados y pagos sin fin de 125 millones de pesos mensuales por renta de un edificio que sigue sin terminar.
González Parás se beneficia de que ahora es una nulidad en el panorama político nacional. Al PAN y a Calderón no les importa exhibirlo, como a Moreira.