Chihuahua, Chih.- “Teníamos mucho miedo, se oían los disparos por todos lados, mi niño andaba en la calle y salí corriendo a buscarlo, pero los federales no me dejaron pasar, me estaba volviendo loca, les gritaba que me dejara ir por él y no querían, entonces alcance a ver que una vecina pasó corriendo y se lo llevó a su casa, fue cuando me regresé y me escondí con los demás niños.
Al ratito llegaron los federales y nos sacaron”.

Para los vecinos de la colonia Arboledas la mañana del viernes fue un momento de terror, una historia que quedará grabada en sus memorias toda la vida.
Es un barrio de clase media, un rumbo tranquilo en el que si bien hay un importante flujo vehicular rara vez pasa algo que rompa la rutina, salvo algún choque en el crucero de Francisco Villa y Las Águilas.
Nadie se imaginaba que a unas casas, exactamente en la marcada con el 4324 de la Francisco Villa, se ubicara una casa de seguridad del crimen organizado, y que en ella se refugiara uno de los hombres más buscados del país. Apenas unos 25 metros separan la casa de “El Diego”, de la Oficina de Enlace de la senadora Teresa Ortuño.
“Ni sabíamos quién vivía ahí, nunca se veía nada raro”, comenta una señora que pasa por la acera de enfrente.
Algunos vecinos dicen que en el lugar dormía una familia, de hecho en el deteriorado jardín quedó abandonado un carro de juguete; aunque otros residentes de la zona señalan que únicamente entraban y salían hombres del domicilio.
La casa en la que fue capturado “El Diego” se aprecia en malas condiciones, la pintura está dañada, el barandal es viejo y chueco, la puerta descuadrada. Aparentemente la idea de los inquilinos era mantener un bajo perfil.
Otra mujer que vive cerca se manifestó enojada, y dijo que en los próximos días hablaría con la dueña del inmueble para que “No volviera a rentársela a cualquiera”.
Su coraje y angustia viene del pánico que sintieron al ver decenas de policías federales y soldados corriendo por las azoteas, brincando bardas, y apuntar con sus rifles de asalto en todas direcciones.
“Nos sacaron corriendo, no nos trataron mal, pero fueron muy enérgicos, nos gritaron que camináramos pegados a la pared, con la cabeza agachada y lo más rápido posible”, relata un hombre que fue desalojado por la Policía Federal durante el tiroteo.
Ayer por la mañana, todo volvió a la normalidad, algunos muchachos jugaban en la calle, señoras vendiendo ropa usada en las banquetas, y los carros pasando a gran velocidad, difícil imaginar que un día antes el sector fue escenario de un tiroteo, y que ahí capturaron al jefe de sicarios del cártel de Juárez.